viernes, 30 de diciembre de 2011

Harry d'Arrast: un vasco en Hollywood

De ilustre familia vascofrancesa, Harry d'Arrast trabajó en Hollywood con Chaplin, dirigió ocho películas, se enemistó con todos los productores de la época y se retiró a su castillo francés como un noble arruinado.  Os cuento su historia.

Casi un aristócrata
Su nombre completo era Henri d'Abbadie d'Arrast, pero lo acortó y americanizó para ser Harry d'Arrast. Nació en una familia ilustre del País Vasco francés. Su tío abuelo, Antoine d'Abbadie, fue presidente de la Academia de Ciencias de París y a tal institución legó su castillo, el Chateau Abbadie, todavía en pie en Hendaya. Su abuelo, Jean Charles d'Abbadie, compró el castillo de Etxauz, también en pie hoy en día en Saint-Etienne de Baigorri, muy cerca de Biarriz. El castillo es hoy un hotel que muestra orgulloso las habitaciones en las que durmieron ilustres huéspedes del Hollywood de los años veinte y treinta.

 El castillo de Etxauz, hoy hotel

El padre de Harry, Arnaud Michel d'Abbadie, ingeniero, se casó con la dama inglesa Katherine Taylor y se trasladó a vivir a Argentina. Allí, en Buenos Aires, en 1897, nació nuestro hombre.
Ya hecho un muchacho, estudió arquitectura en París y en Inglaterra. Combatió en la Primera Guerra Mundial, lo hirieron y lo condecoraron.
Regresó luego a París y allí conoció al director americano George Fitzmaurice, quien le habló del floreciente negocio del cine en California. Harry se lió la manta a la cabeza y dejó Europa.

Harry goes to Hollywood
Nada más llegar a Hollywood trabó contacto con lo más selecto. La primera oportunidad se la dio Gloria Swanson, así que comenzó a trabajar en dos películas de la diva dirigidas por San Wood: como asesor en The Impossible Mrs. Bellew (1922) y como actor de reparto en My American Wife (1923).
Luego Harry trabó amistad nada más y nada menos que con Charlie Chaplin. Cuenta Cabrera Infante que Chaplin, que era “un vulgar cockney de Londres” (lo dice Cabrera Infante, no yo) y no había visto a un aristócrata vascofrancés en su vida, se entusiasmó con Harry y lo contrató como asesor técnico en Una mujer de París, “para que alguien le dijera cuál era la diferencia entre un tenedor y un cuchillo de pescado”. Harry también fue ayudante de dirección en La quimera del oro y colaboró con Chaplin en otras dos pelis más.
 D'Arrast y Chaplin en el rodaje de La quimera del oro

Después de esto, se lanzó a dirigir. Su carrera como director fue breve (de 1927 a 1934) y tormentosa, pero suficiente para filmar unas cuantas películas. La primera fue Service for Ladies (1927) y luego vino A Gentleman of Paris (1927), que puede considerarse una secuela de Una mujer de París, de Chaplin, pues, además, estaba protagonizada también por Adolphe Menjou. Luego filmó Serenade (1927), también con Menjou, y The Magnificent Flirt (1928). A continuación vino su primera sonora, Dry Martini (1928), con Mary Astor, y luego Raffles (1930).
Su obra maestra fue Laughter  (1930), que Cabrera Infante define como “la primera comedia loca americana” y todo el mundo equipara con lo mejor de Ernst Lubitsh. Es un film, protagonizado por Nancy Carroll y Fredric March, lleno de encanto y elegancia, cinismo y sofisticación, con un inteligente guion y una perfecta puesta en escena.
Lo último que rodó en Hollywood fue Topaze (1933), con John Barrymore y Myrna Loy.

¡Ese carácter!
Las peculiaridades de su familia le dieron a Harry un carácter especial. Venía de un entorno distinguido, de una cultura anglosajona, sabía idiomas, estudió arquitectura… Era un tipo encantador, pero muy orgulloso, mordaz e irascible, y no consiguió jamás llevarse bien con los productores.
Fue sonada, por ejemplo, su enemistad con Chaplin, hasta el punto de que este lo borró de los títulos de crédito de la nueva versión de La quimera del oro en 1942.
Algo parecido le sucedió con Raffles en 1930: después de rodar gran parte de la peli, se enfrentó con Samuel Goldwyn y este sustituyó a Harry por su viejo amigo George Fitzmaurice.
Después de filmar Laughter se enemistó también con Irving Thalberg y se tuvo que retirar durante una temporada a su castillo de Etxauz. Regresó a Hollywood, comenzó a dirigir una nueva peli y se peleó también con Joe Shenck, quien le obligó a abandonar el proyecto.
Con el productor de Topaze, David Selznick, parece que también tuvo algún enfrentamiento el bueno de D’Arrast.
 
A España, a Francia y a Montecarlo
Como en Hollywood, al parecer, ya no lo soportaba nadie, marchó a España. Para entonces D’Arrast ya estaba emparejado con Eleanor Boardman, prestigiosa actriz que anteriormente había trabajado y matrimoniado con King Vidor. 

Harry con Eleanor Boardman

En España él dirigió y ella protagonizó La traviesa molinera (1934), adaptación de El sombrero de tres picos, de Pedro Antonio de Alarcón.
La película fue un fiasco y Harry, tras intentar frustradamente volver a Hollywood, se retiró a su castillo francés, desde donde se trasladaba a menudo a Montecarlo, a cultivar otra de sus pasiones: el juego. Con su carrera, acabó también su matrimonio con Boardman.
Harry murió en Montecarlo, como los nobles decadentes, completamente olvidado, mientras ardía París, en 1968. Está enterrado, sin embargo, en Etxauz, en el cementerio del pueblo, donde se puede visitar su tumba familiar.

Y con esta entrada un poco triste, se despide y os desea feliz año vuestra amiga

Noemí Pastor

viernes, 23 de diciembre de 2011

El (re)estreno del mes: El Rey León



Lo sé. Hoy no tenéis tiempo de leer blogs. Os han dado las vacaciones, tenéis que desplazaros o estáis muy liados con los preparativos de la cena de mañana y aún os falta un regalo que deberíais tener para ayer.  Así que prometo no entreteneros mucho y el único propósito de ésta entrada es sacaros una sonrisa y traeros un poco de nostalgia.



El re-estreno de El Rey León en 3D éste mes nos tiene a los de mi generación con el alma en vilo, los pelos de punta y la nostalgia a flor de piel. Porque para aquellos que en enero del año 1994 éramos niños (9 años  en mi caso) ésta película nos marcó profundamente. 

¿Quién no recuerda el "aaaaaaaaaaaaaaaa cigüeña (como decíamos todos) o el hakuna matata? ¿Quién de mi generación no ha cantado aquello de "yo quiero ser Rey León?". ¿Quien no recuerda a Simba diciéndole a Scar: "no Scar, no voy a matarte, yo no soy como tú"? y dándonos una lección a todos de que se puede perdonar y de que la venganza no es el mejor camino, cuando, si, todos queríamos que lo despeñase por el acantilado.


Aprendimos lealtad de los fieles Timón y Pumba.



Porque eran leales y, sobre todo, eran amigos. Y no importaba que a Pumba le oliera el aliento, estuviese gordo o fuese un cobarde. Tampoco importaba que Timón fuese un pesado, que hablase demasiado y que le chiflasen las faldas hawaianas 


Estuvieron al lado de Simba cuando fue un cachorro repudiado y exiliado y Simba matuvo su amistad cuando llegó a ser el Rey León. Allí estaban el jabalí y el suricato, orgullosos amigos, en lo bueno y en lo malo.



Lo mejor de ésta canción no es la frase en sí, hakuna matata, sino lo que nos decía al principio y nos hicieron repetir hasta la saciedad, "Vive y deja vivir", ese gran lema.


Otra emotiva relación de amistad fue la de Mufasa con Rafiki.



También nos emocionamos con la historia de amor de Simba y Nala, y la canción de Elton John, "La Noche del Amor". "Se perderá sus juergas de león y todo por amor".  



Y ahora confesad, cuántos gatos y perros habéis oído llamar por el nombre de Simba y Nala.


También aprendimos que la envidia no trae nada bueno. Y que lo importante no es el individuo, sino el grupo cuando la manada, dirigida por Scar, se quedó sin comida. Porque la envidia, la avaricia y la codicia no traen nada bueno.



Nos emocionamos con el re-encuentro entre Simba y su madre, Sarabi, años más tarde, cuando Sarabi creía que Simba habría muerto. La llegada del hijo pródigo.




Y cómo las mentiras siempre se descubren. Pasaron muchos años pero al final Simba, que había cargado con la culpa de creer que había matado a su padre, descubrió que él no había tenido nada que ver con aquello. Porque las mentiras, tarde o temprano, siempre se descubren. 


Son incontables los valores, emociones y recuerdos que me trae ésta película, que fue la primera que me regalaron en mi vida. Y ahora, 18 años después, podré volver a verla en el cine y "El Rey León" volverá a marcar a una nueva generación.


Zinéfilaz os desea una muy Feliz Navidad. Sed felices, disfrutad todo lo que podáis, pero sobre todo, tened MUCHO cuidado en la carretera. 

Felices fiestas.





viernes, 16 de diciembre de 2011

Un Dios salvaje


Vuelvo a reseñar aquí una película de Polansky: "Un Dios Salvaje (Carnage),su último trabajo en el 2011.
Después de ver en cine últimamente algunas películas de las que salgo despagada,por fin salgo de un cine satisfecha,como diría Barga,dando una valoración de 10 sobre 10.


 Basada en la obra de teatro de Yasmina Reza, Polanski parte del enfrentamiento de dos niños de unos 11 años en el parque,uno de ellos termina agrediendo a otro valiéndose de un palo y propinándole un golpe en el que el agredido llega a perder hasta dos dientes.
A raíz de este incidente, los padres del "agredido" invitan a los padres del "agresor" a mantener una reunión en casa de los primeros,a fin de hablar sobre lo ocurrido.


De este modo,nos encontramos en el piso del matrimonio Longstreet  interpretado por Jodie Foster y John C.Reilly recibiendo a los Cowan,interpretados por Christophe Waltz y Kate Winslet.


Sin salir del apartamento situado teóricamente en Nueva York,produciendo el efecto de que la acción sucede en tiempo real,veremos cómo las dos parejas intentan solucionar el conflicto intentando llegar a un acuerdo que desde el principio se presume como poco espinoso.


Polansky,magnífico director de orquesta,que se maneja como pez en el agua en los espacios cerrados,se las ingenia para hacer toda una disección de la naturaleza humana,haciendo una crítica demoledora y brillante sobre el comportamiento social de dos parejas burguesas que intentan ante todo,anteponer los códigos de conducta políticamente correctos para solucionar un conflicto difícil en el que entra en juego no sólo lo racional si no también lo emocional.

Analicemos uno a uno a los personajes,porque realmente no tienen desperdicio.
Empezamos por los Longstreet,los anfitriones.


La señora Longstreet, Penélope(magnífica Jodie Foster) es escritora,idealista concienciada,apasionada del arte y de África,aboga desde el principio por solucionar el conflicto del modo más civilizado, más "occidental"posible.
Sin embargo,su moral en el fondo culpabilizadora y tan poco neutral como la de cualquier otro, la traiciona una y otra vez.Culpa al niño agresor,culpa a los padres.....se ve así misma como una mujer sencillamente ejemplar que intenta disfrazar su autocomplacencia con un halo de humildad que pronto,se descubrirá más como una pose que como una actitud real.Como madre del niño agredido,se muestra ofendida,finge comprensión y empatía,pero su naturaleza moralista y estricta se pondrá al descubierto más pronto que tarde.



El señor Longstreet, Michael,(extraordinario John C.Really) vende artículos del hogar como cisternas,pomos de puertas...etc....es un hombre tosco pero amansado,se ha acostumbrado a dejarse guiar por su esposa,por las buenas maneras,pero esconde un hombre egoísta y mezquino,más primario de lo que se permite aparentar,menos sofisticado y mucho más animal.



La señora Cowan, Nancy,(grande Kate Winslet,aquí mi favorita),madre del niño "agresor" se muestra en principio conciliadora y dispuesta a llegar a un acuerdo,pero a medida que transcurre la discusión,irá saliendo su verdadero yo,en dos vertientes, una como madre que intenta justificar la agresión que ha causado su hijo,protectora,gregaria y condescendiente dos,como esposa frustrada,sobrepasada por las cargas familiares,saturada y sin apoyos por parte de su esposo,el cual en parte,se auto-excluye de la responsabilidad de la casa y de los hijos.


El señor Cowan,Alan,( excelente Christophe Waltz)es un hombre de negocios que trabaja para una compañía farmacéutica.Es cínico,soberbio,distante,frío y carente de escrúpulos.Sus formas son aceptables,pero es el hombre ocupado,ausente,más pendiente de su trabajo que de su familia,mira a los demás por encima del hombro y es irónico,cruel y mordaz.





Con este plantel de actores y un guión ágil que no da tregua al espectador,el resultado no puede ser más estimulante.A las buenas intenciones,le suceden el vuelo de puñales en todas las direcciones,de pareja a pareja, alianzas espontaneas e interesadas: entre las mujeres y entre los hombres y rencillas escondidas de pareja que salen a la luz en el fragor de la batalla.


Hay tensión primero reprimida,después manifiesta,pero en ese acaloramiento,también hay lugar para las situaciones cómicas,en las que no podemos evitar la risa.Hay escenas memorables:la del vómito,la del bolso por los aires,la de los tulipanes,la del móvil....la gente en la sala se ríe,no podemos evitar reírnos y resulta tremendamente liberador en mitad de la encendida dialéctica por momentos tan exaltada ,que es casi inevitable la carcajada ante una situación en la que sabemos podríamos vernos cualquiera.

Polanski nos transmite un mensaje claro: la lucha entre lo que queremos ser y lo que realmente somos,la hipocresía, la conveniente farsa que se interpreta a nivel social para no dejar aflorar los bajos instintos que están en todos nosotros y también nos definen.
Hay una crítica solapada pero en el fondo,atroz hacia una sociedad egoísta y mezquina,carente de valores y de rumbo,donde impera el "sálvese quien pueda,que éste es mi hijo" ,donde da igual el bien y el mal si  lo que está en peligro es tu interés,tu territorio,tu gremio,tu reducido clan.


No es la primera vez que este genial cineasta adapta una obra de teatro ni tampoco la primera vez que con fino bisturí de neurocirujano,disecciona la condición humana,con esos claros-oscuros que incomodan, que no queremos ver ni aceptar.Si apunta a la clase media-alta,es porque es ahí donde anida y se hace más visible  el uso del protocolario catálogo de comportamientos adecuados,oportunos y aceptablemente contenidos.

Estos 70 minutos convencen de principio a fin y se te pasan en un suspiro,te quedas con ganas de más y eso teniendo en cuenta que hay una única localización,todo diálogo y cuatro actores.Todo un prodigio.

Al final,se pone de manifiesto que los adultos con toda nuestra experiencia,hemos de aprender en ocasiones a desaprender lo aprendido,para ser más espontáneos y ver si con ello,somos capaces de entendernos,tal cual los niños,que a menudo se entienden sin necesidad de que mediemos o intercedamos, a su manera,de forma mucho más directa,sencilla y natural.
El plano final es sencilla y llanamente,espectacular,narrativa poética al servicio del espectador.Resultado final: 10 sobre 10.Polansky,como cineasta,una vez más,a tus pies.

Troyana.








viernes, 9 de diciembre de 2011

La suerte de Emma


  
Max sale del hospital con un diagnóstico demoledor: le queda poco tiempo de vida. Entonces opta por tirar la casa por la ventana rumbo al sol mexicano. Para ello necesita “algo de pasta” y allí está la caja de caudales (en un concesionario de coches) donde guardan el dinero de los chanchullos que no declaran. No es su día de suerte: la exuberante administrativa rechaza, con una sonrisa (y cara de descomunal sorpresa), su invitación a cenar; y en pleno robo, le pillan con las manos en la masa (su amigo, a la par que socio). No dispuesto a rendirse, huye a toda velocidad en un lujoso vehículo (que tampoco le pertenece, ya puestos…).  Pero como dije, no está en racha, y en la persecución, de noche y bajo una intensa lluvia, se empotra contra una



 
Emma vive en una aislada granja, rodeada de sus queridos animales (la escena de la matanza del cerdo – no, ni el más mínimo parecido con los métodos que provocan esos alaridos desgarradores – ya nos anticipa la personalidad de esta peculiar fémina). Recibe, escopeta en mano, al policía local (apocado y resignado), quien le declara, una vez más,  su amor incondicional, y, de paso, le entrega la carta con amenaza de desahucio si no paga las cuantiosas deudas. Ella apenas se relaciona con los vecinos del pueblo. Su único placer son los paseos en la destartalada moto. Y así transcurren sus ajetreados días hasta que, una noche se despierta con el fuerte estruendo de un choque. Sale y descubre a un hombre inconsciente dentro de un automóvil…



 
Magnífico reparto, con caras conocidas y una debutante que promete: Jördis Triebel (en el papel de Emma), Jürgen Vogel (La ola, Goodbye Lenin o Desnudos), Hinnerk Schönemann (La vida de los otros, sin duda una de las mejores películas alemanas actuales). Ellos aportan la credibilidad a este extravagante cuento.



Pasa totalmente desapercibida en nuestra cartelera, aunque fue, en su momento, un éxito de taquilla en su país de origen, donde también arrasó el libro en el que está basada. Premiada en el Festival de Sevilla y recomendada por la revista Fotogramas. Vapuleada en algunos medios de renombre y con reseñas bloggeras que van desde la fascinación a las más feroces críticas. ¿A quién hacemos caso?




 

 


TÍTULO ORIGINAL Emma's Glück. DIRECTOR Sven Taddicken GUIÓN Claudia Schreiber y Ruth Toma (inspirado en la novela La felicidad de Emma de la propia Claudia Schreiber). MÚSICA Christoph Blaser, Steffen Kahles FOTOGRAFÍA Daniela Knapp. Alemania 2006, 99 min.





Hoy os propongo esta pequeña historia, sin grandes alardes, ni un argumento rompedor. Con dos personajes deliciosos, algunas situaciones cómicas, amor, ternura, soledad, dolor, apoyo y comprensión. Y de fondo, temas para una larga charla: vivir como nos apetece o pasar los días inmersos en la más absurda mediocridad; creer en las casualidades y esperar un golpe de suerte o afrontar los problemas con actitud positiva; campo o ciudad; globalización o individualidad; sufrir y regodearse en lo inevitable o luchar porque cada instante sea único… 



Que la suerte os acompañe.



LU

viernes, 2 de diciembre de 2011

Edgar Neville, el seductor tras la cámara de cine.

Para comenzar mi debut en este blog tan jugoso, intentando dejar un buen sabor de boca, quisiera dar unas pinceladas sobre la vida y obra de un director de cine poco recordado, pero de gran valor constructivo. Puede decirse que Edgar Neville fue un apasionado del séptimo arte que tuvo la feliz suerte de poder sumergirse en él. Conoció el cine hollywoodiense y el carpetovetónico, y, como parte vencedora de la guerra fratricida, tuvo la gran fortuna de no tener que preocuparse de depuraciones ni censuras férreas. Neville fue un fantástico cineasta que filmó algunas de las películas más alegres y entretenidas del cine español.


Sucintos aspectos biológicos.

Edgar Neville nació en las postrimerías del siglo XIX, hijo de un ingeniero británico y la condesa de Berlanga. Vamos, que fue un nene de la aristocracia que pudo estudiar en colegios de pago y sacarse una carrera, la de derecho, por la que no sentía demasiada pasión. Estaba enormemente atraído por el mundo del espectáculo. Tanto es así que a los 18 años estrenó en un escenario madrileño el vaudeville la vía láctea, protagonizada por la famosa Chelito. Neville era un tipo alto y guapo, educado y de familia bien. Lo tenía todo para triunfar. Le gustaba mucho escribir, y además, con un alegre toque humorista. Perteneció a  “la otra generación del 27”, esa que no estaba formada por poetas petulantes y dramaturgos comprometidos, sino ese grupo de escritores humoristas geniales como Jardiel Poncela, Tono, Álvaro de Laiglesia, Mihura….

De muy joven entró a formar parte del cuerpo diplomático español, lo que le llevó a los EEUU, donde trabó larga y profunda amistad con Charlie Chaplin,  Douglas Fairbanks, jr., Gloria Swanson, etc, etc. Chaplin, incluso, consiguió que hiciera de figurante en Luces de la ciudad.  Eran los albores del cine sonoro, y por aquél entonces, al no haber doblaje, se hacían versiones al natural de los rodajes en otros idiomas. El español tenía su público y Neville comenzó a escribir las versiones  castellanas, atrayendo a sus colegas de la “otra del 27”. Los estudios hollywoodienses contrataron a Neville, Tono y Jardiel Poncela o Luis Buñuel como guionistas. Fueron años de aprendizaje y de prosperidad.

 Edgar y el amigo Charlie

En los años 30 escribe  versiones hispanohablantes de filmes como El presidio; en cada puerto, un amor;  la fruta amarga (Todas ellas dificiles de encontrar)…. En España pone a punto  Yo quiero que me lleven a Hollywood, donde sale hasta el famoso barman Perico Chicote, y la que puede considerarse su primer film en serio que es una adaptación de la obra de Wenceslao Fernández Flórez, el malvado Carabel, protagonizado por Antoñita Colomé y Antonio Vico. Un año después filma La señorita de Trevélez, basada en la famosa obra teatral de Arniches, historia que veinte años después rescatara Juan Antonio Bardem para hacer la mítica Calle Mayor.

Al poco, la guerra, que todo lo pudre, hizo posicionarse a Neville, que, sin pensarlo, se pasó al bando nacional. Durante la confrontación bélica, Neville filmó varios documentales propagandísticos sobre el frente.
Cuando la guerra acabó y con ello, el mundo del cine español tuvo que decidirse a mostrar afecto al régimen o a pillar un barco hacia América, Neville firmó sus mejores obras, aunque acertó a mantenerse alejado del boom de las películas “reeducativas” sobre la historia de España y los últimos acontecimientos, y de las películas folklóricas que ensalzaban una alegría patria que hacía tiempo que se había esfumado. Neville, dueño de unos gustos bien diferentes, y deseoso de contar historias alejadas de la moñez impuesta por los vencedores, esperó su turno dejando que otros directores como Sáenz de Heredia, Juan de Orduña o Rafael Gil coparan las salas.  Mientras se dedicó a hacer versiones españolas de películas fascistas italianas.

Neville en pleno "fregao".

Sus obras más logradas.
De vuelta de una Roma a punto de convertirse en la ciudad abierta y rota, que filmara Rossellini, Neville filma en 1944 su primera obra maestra: La torre de los siete jorobados. Una película basada en un libro de Emilio Carrère donde un pobre joven (Antonio Casal) se adentra en una increíble aventura de la mano de un fantasmagórico personaje, fiel reflejo del estilo expresionista alemán, y por él descubre una ciudad subterránea habitada por hombres jorobados que esperan dominar el mundo. Una historia realmente poco dada en el cine español de los años 40.

El fantasma expresionista que se aparece al prota ¿A que da miedo?


Al año siguiente, y entre cloaboraciones en la revista de humor la ametralladora, rebautizada, la codorniz,  filma  dos trabajos: Domingo de carnaval. Un crimen acontecido durante sus adorados días de mascarada protagonizada por un jovencísimo Fernando Fernán Gómez, inspector de policía; y La vida en un hilo, una impecable historia protagonizada por Conchita Montes, su compañera y Julia Lajos, que son  fortuitas compañeras de viaje. La primera acaba de quedar viuda de un marido soso y abúlico y la segunda es una reputada mentalista que le cuenta lo que hubiera sido su vida si hubiera elegido otro camino en un determinado punto de su vida anterior, cuando en vez de conocer al ingeniero aburreovejas de Guillermo Marín, hubiera conocido al encantador y divertido escultor interpretado por Rafael Durán. Una película encantadora, que recuerda tanto al film encabezado por Gwyneth Paltrow, dos vidas en un instante (1998) que da por creer que la de Neville no fuera fuente de inspiración. Lo que se sabe es que la pelicula Una mujer bajo la lluvia (1992) es la copia exacta de la de Neville, protagonizada por Ángela Molina, Imanol Arias y Antonio Banderas.

 El cartel no le hace justicia
En 1946 filma una verdadera joyita poco conocida por el público en general. El  crimen de la calle de Bordadores es un auténtico bombón de celuloide. Una historia magnética, con su toque castizo de los Madriles decimonónicos, su momento flamenco, que tanto pirraba a Neville, su picardía con Mary Delgado ¡contando! un strip tease ante el tribunal babeante que la juzga y su momento de serial lacrimógeno tan del gusto de la época.

Esta película es un bomboncito.

A partir de este film, Neville se mueve entre una filmografía menos interesante, donde se cuentan: El último caballo, la ironía del dinero, nada, basada en la flamante novela homónima ganadora del primer Nadal, y adaptada a guión por su compañera de la vida y protagonistade la obra, Conchita Montes, (famosa, entre otras cosas, por haber inventado el Damero Maldito de los crucigramas), y el baile, adaptación cinematográfica de su exitosa obra teatral y su última película: Mi calle, que es, además, todo un compendio de las ideas y la posición social del propio Neville, ya que en ella se trata de la historia de los vecinos de una calle desde finales de siglo XIX hasta el año 60, que es cuando se rodó, en el que narra actitudes, ideas, e historias propias de su generación.
Este es un más que sucinto paseo por la vida y obra de un gran director de cine que, a pesar de pertenecer a la época del blanco y negro y al rudimento de los efectos especiales, fue capaz de filmar obras de un nivel y pulcritud intachables. Lástima que no sea bien recordado como referente del cine español, y del buen humor, de los 40 y 50, que lo fue.

Juli Gan.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Tú y yo

Se trataba de un hombre elegante, un gentleman, como se decía en su época. Un hombre atractivo, de mirada pícara y símbolo de la masculinidad en el cine. Es decir, el hombre perfecto: Cary Grant.

Perfecto en la pantalla, pero simplemente humano en la vida real. Tuvo problemas con el alcohol y con el LSD, se casó cinco veces e incluso se ha hablado mucho sobre su larga amistad con el actor Randolph Scott, con el que convivió durante doce años.

El próximo día 29, se cumplen 25 años de su desaparición, así que es un buen momento para recordar sus películas. Su larga carrera está llena de grandes clásicos, principalmente de la comedia [La fiera de mi niña (1938), Historias de Filadelfia (1940)] y del suspense [Encadenados (1946), Con la muerte en los talones (1959)] pero yo hoy me he quedado con la parte más romántica de Cary Grant.




Título original
An Affair to Remember
1957

Director
Leo McCarey

Guión 
Leo McCarey, Delmer Daves

Música 
Hugo Friedhofer

Fotografía
Milton R. Krasner

Productora
Twentieth Century Fox Film Corporation

Duración 
119 minutos

Reparto
Cary Grant, Deborah Kerr, Richard Denning, Neva Patterson, Cathleen Nesbitt, Robert Q. Lewis, Charles Watts, Fortunio Bonanova

Sinopsis
Un elegante playboy y una bella cantante de un club nocturno se conocen a bordo de un lujoso transatlántico y surge entre ellos un apasionado romance. Aunque ambos están comprometidos (ella es la amante de un magnate y él se va a casar con una rica heredera), establecen un pacto antes de abandonar el barco: encontrarse en el Empire State Building en un plazo de seis meses si siguen sintiendo lo mismo el uno por el otro.



El director y guionista estadounidense Leo McCarey, había realizado la primera versión Love Affair en 1939, protagonizada por Charles Boyer e Irene Dunne, a la que la mayoría alaba como la mejor versión de las tres realizadas sobre el mismo guión. Recibió seis nominaciones a los Premios Oscar, sin poder lograr ninguno debido a una gran competidora: Lo que el viento se llevó (1939), que no tuvo rival. La tercera y última versión fue Un asunto de amor (1994) de Glenn Gordon Caron con la pareja de moda entonces Warren Beatty y Annette Benning pero que fue un absoluto fracaso. Por lo único por lo que esta película merece visionarse es porque se ha convertido en el último trabajo cinematográfico de la gran e inigualable Katharine Hepburn.


El director Leo McCarey destacó especialmente en los años 30 y 40 dentro de la comedia. Incluso impulsó el éxito de Stan Laurel y Oliver Hardy como pareja cómica y cuya primera película él escribió. Posteriormente dirigiría a otros grandes cómicos, Los Hermanos Marx en Sopa de ganso (1933), pero el reconocimiento le llegó con dos películas con estilo diferente: Las campanas de Santa María (1945) y, sobre todo, Siguiendo mi camino (1944) que se llevó 7 Premios Oscar incluyendo película, director y actor (Bing Crosby).

El papel principal de Tú y yo se adapta perfectamente a Cary Grant: un hombre que tiene a todas las mujeres a sus pies y que vive de ellas sin el menor escrúpulo. Es por ello, que es una persona popular a la que la gente reconoce fácilmente al verlo constantemente reflejado en las, entonces llamadas, notas de sociedad. 

En un viaje transatlántico, Nickie (Cary Grant), se cruza de forma casual con Terry, una hermosa mujer a la que interpreta una Deborah Kerr [De aquí a la eternidad (1953), Quo Vadis (1951)] en su mejor momento. Es atractiva, inteligente, elegante y tiene chispa. Ambos comienzan una relación de amistad de la que en poco tiempo todos empiezan a murmurar. Terry, comprometida en matrimonio, decide que no quiere ser el centro de las murmuraciones y decide que cada uno vaya por su lado. Esto da lugar a una serie de encuentros casuales y conversaciones de complicidad en voz baja, que son la base de éxito de la película, que aunque se trate de una historia de amor -o desamor-, tiene unos diálogos ágiles que ya forman parte de la historia del cine.


Ante el final de la travesía, y como consecuencia de esta atracción pero ante la imposibilidad de que un vividor deje de serlo y comience a ganarse la vida, deciden darse seis meses de tiempo para recapacitar sobre su situación. Si después de seis meses siguen pensando en un futuro juntos, se encontrarán en el piso 102 del Empire State Building de Nueva York. 


Cary Grant y Deborah Kerr habían trabajado juntos en La mujer soñada (1953) y repetirían en Página en blanco (1960). La química entre ellos es perfecta. Está llena de gestos y miradas cómplices, que parecen fluir con una naturalidad asombrosa. Tanto es así, que el director llegó a aceptar las improvisaciones de ambos actores sin el menor problema. Pocas veces se había visto una sintonía igual en pantalla.


Una secuencia, que transcurre en unos pocos segundos, y es una de las que me gusta especialmente, tanto por la ternura como por la complicidad que transmite, es la que intentaré describir a continuación:


Al final del viaje, los dos personajes desembarcan en el puerto de Nueva York donde los esperan sus respectivas parejas. Terry recibe un abrazo de su prometido a uno de los lados de las escalerillas de desembarco. Mientras están abrazados, Nickie pasa junto a ellos. Se detiene un instante mirando a Terry, pero ella le hace señas para que no se pare y continúe su camino. Con un rápido movimiento, Nickie, se lleva los dedos de la mano hasta sus labios para a continuación depositar su beso sobre la mano de ella, que en ese momento rodea la espalda de su prometido. Al sentir este gesto, ella rompe el abrazo y se lleva la mano a los labios recibiendo así el último de sus besos.



Entre los secundarios encontramos a Richard Denning [Mentira latente (1950), El capitán Panamá (1952)], que interpreta al prometido de Terry, Neva Patterson, rica heredera y prometida de Nickie. Pero la que realmente destaca, a pesar de su breve intervención, es Cathleen Nesbitt [Tú a Boston y yo a California (1961)] en su papel de la anciana Janou, la tierna abuela de Nickie, que desde el final de su vida es la primera en ver en Terry a la mujer perfecta para su díscolo nieto.


Espléndidas fotografía, muy saturada de colores vivos, vestuario y una banda sonora compuesta por Hugo Friedhofer -galardonado con el Premio Oscar por Los mejores años de nuestra vida (1947)-. Pero es la canción que da el título original a la película ‘An affair to remember’, con música de Harry Warren y letra de Harold Adamson y del propio McCarey la que se convirtió rápidamente en el éxito de la época en su versión de Nat King Cole [escuchar canción]. En la película Deborah Kerr fue doblada por Marni Nixon (que también doblaría a Audrey Hepburn o a Natalie Wood).


En su estreno, el 2 de julio de 1957, Tú y yo, fue alabada por la crítica y el éxito de público no se hizo esperar. Recibió cuatro nominaciones a los Oscar (fotografía, música, canción, vestuario) pero no logró ninguno al tener grandes competidoras, entre ellas, El puente sobre el río Kwai (1957).

Según el American Film Institute, Tú y yo, ocupa la quinta posición en la lista de las 100 mejores historias de amor y Cary Grant el actor que ha protagonizado más películas, con un total de seis, incluidas en esta misma lista.

 

Como anécdota para aquellos que no sean aficionados al Cine Clásico, diré que en 1993, se realizó un homenaje a esta película en Algo para recordar de Nora Ephron, con Tom Hanks y Meg Ryan, los cuales tenían una cita en el rascacielos estadounidense. Durante la primera semana en cartel, se vendieron dos millones de copias del clásico Tú y yo en Estados Unidos.

Quizás Tú y yo sea un clásico antiguo, pasado de moda, ñoño y poco real, pero aquello que nos muestra sigue estando totalmente de actualidad. ¿O no?