viernes, 22 de julio de 2011

La pantalla global



Gilles Lipovetsky y Jean Serroy:
La pantalla global (Cultura mediática y cine en la era hipermoderna)
Anagrama, 2009
Traducción de Antonio Prometeo Moya

Os voy a hacer una especie de resumen-introducción de lo que se trata en este libro. Veréis que merece la pena.

El cine se construyó a partir de un dispositivo moderno e inédito: la pantalla.

En el principio fue una tela blanca en una sala oscura, pero en la segunda mitad del siglo XX se fuereon añadiendo más pantallas. Primero fue la televisión, que en los años cincuenta comenzó a penetrar en los hogares. En las décadas siguientes las pantallas se prodigaron: la del ordenador, que no tarda en ser personal y portátil; la de las consolas de videojuegos; la de Internet, la del teléfono móvil y otros aparatos digitales personales, cámaras fotográficas, GPS... En menos de medio siglo hemos pasado de la pantalla espectáculo a la pantalla comunicación, de la unipantalla a la omnipantalla.

La pantalla de cine fue durante mucho tiempo única e insustituible; hoy se ha diluido en una galaxia se de dimensiones infinitas, en la pantalla global. Hay pantallas en todo lugar y momento: tiendas, aeropuertos, restaurantes, bares, metro, coches, aviones. Son pantallas de todos los tamaños, planas, completas, minipantallas, táctiles... Es la pantalla omnipresente, multiforme, planetaria y multimediática.

Para perfilar esta nueva "pantallasfera", para entender su funcionamiento y su sentido, lo más esclarecedor es analizar las transformaciones profundas que sufre la forma original y prototípica de pantalla: el cine. ¿Cómo caracterizar el universo del séptimo arte cuando ya no es la pantalla suprema? ¿Qué ha sido de su estética, de su recepción y de su economía? ¿Qué lugar ocupa cuando sus películas se ven por lo general fuera de las salas oscuras? ¿Sigue siendo el cine una referencia cultural de primer orden cuando los telefilmes y las series tienen más espectadores que las películas cinematográficas? ¿Se puede seguir diferenciando categóricamente la película de cine del telefilme, cuando hay películas de estética televisiva y telefilmes realizados por directores, actores y presupuestos de cine?

A esto hay que sumar la competencia de las demás pantallas: publicidad, videojuegos, digitales... Y mientras pasa a ser un apantalla como cualquier otra, el cine, en una configuración que ya no tiene mucho que ver con lo que fue en un principio, acaba viéndose en miniventanas móviles que ofrecen la posibilidad de congelar la imagen, retroceder, elegir el idioma... Además, se producen filmes de no más de tres minutos para proyectare en minipantallas. Se pone sobre la mesa el problema del género del cine, de la inconcreta identidad del cine.

¿Será esta civilización nuestra de la pantalla el canto del cisne del cine? ¿Está prevista su defunción? En la década de 1980 había quien dudaba sobre su porvenir con la llegada del vídeo y en 1985 Fellini, con Ginger y Fred, anuncia la muerte del cine y el triunfo de la televisión.

Este libro, sin embargo, está escrito contra esa idea melancólica de la "poscinematografía" que alimenta ampliamente el discurso crítico. El "verdadero" cine no es historia, dado que no deja de reinventarse. Incluso enfrentado a los nuevos desafíos de la producción, la difusión y el consumo, el cine sigue siendo un arte de un dinamismo pujante cuya creatividad no está en horas bajas. La todopantalla no es la tumba del cine, que hoy más que nunca da muestras de su diversidad, su vitalidad y su inventiva.

He ahí la tesis principal que desarrollan los autores en 350 páginas. Todo el mundo estará de acuerdo en que el cine es lo primigenio, lo que ha parido todo lo demás, pero eso todo lo demás ¿sigue siendo cine? ¿O se ha convertido en otra cosa?

Se me ocurren más preguntas, pero, como no tengo demasiadas respuestas, mejor dejo abierto el debate.

Y, sin más, se despide con cariño vuestra amiga


Noemí Pastor

16 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Qué bien que pinta, compa Noe... La única duda que me corroe es si no estará redactado en un nivel (técnico-académico) al que me pueda costar llegar, algo que ya me ha pasado cuando he intentado "roer" libros de cine escritos por gente del ámbito universitario, con los cuales terminaba pillándome cabreos bastante gordos (fruto de mi ignorancia, ojo, pero cabreos, al fin y al cabo). Ya me dirás, pues...

Un fuerte abrazo y buen fin de semana.

Noemí Pastor dijo...

Manuel, desengáñate, cuando no entendemos un libro, no es que seamos tontos ni que su altura intelectual sea superior a la nuestra, sino que se debe a una de estas causas:
1) que está mal escrito,
2) que está mal traducido,
3) las dos cosas a la vez
Ya sabes que cualquier idea, por compleja que sea, puede transmitirse de forma comunicativa y, si no es así, siempre es culpa del emisor, que no ha sabido adaptarse al receptor.
Este libro se entiende bien. La traducción es de Antonio Prometeo Moya, quien también tradujo las primeras novelas de la Serie del Alfabeto del Crimen de Sue Grafton, y eso ya es toda una garantía.
Que usted lo disfrute, caballero.

deWitt dijo...

Interesante recomendación e interesante debate el que abres.

Quizás, sin ponerme a pensar mucho en ello, tendremos que esperar algún tiempo para saber qué es cine y qué no lo es o, mejor dicho, qué fue cine y qué no. En cualquier caso algo es evidente: series de TV, spots publicitarios y demás productos hechos para ser vistos en cualquiera de las pantallas que mencionas beben de una misma fuente. Estamos hablando de evolución o de algo diferente? Mmmm....me dejas pensando!!

Saludos

Manuel Márquez dijo...

Mis disculpas, compa Noe; te ponía en tu blog que estaba esperando respuesta en éste, y ya me la habías dado (y más que cumplida, como de costumbre); supongo que no le dí a la tecla de recibir comentarios en el correo, o algo similar. Muchas gracias, y tomo nota, pues, que seguro que merece la pena.

Un abrazo y buen fin de semana

TRoyaNa dijo...

Noemí,
el debate que abres con estas lecturas es interesante.Yo tampoco tengo respuestas,es más,suelo ser de las que se pregunta,pero me da qué pensar que el cine en sus múltiples formas de difusión,producción y consumo,como tú bien citas,es siempre un arte vivo y en movimiento,que se reinventa,buscando nuevas fórmulas...al final,bajo el filtro subjetivo de nuestros ojos-cerebro-corazón una historia nos enganchará con independencia de su formato,aunque a mí, si me dan a elegir,me sigo quedando con la pantalla grande,a oscuras,al aire libre o en recinto cerrado,pero en una sala de cine(ay los cines pequeños que ya van siendo historia)y a ser posible,en buena compañía,aún mejor.Ese ritual de salir de la sala poniendo en común impresiones,me parece una buena costumbre a la no se tendría que renunciar.
saludos!

Noemí Pastor dijo...

DEWITT, lo de decidir qué es cine y qué no puede que nos sirva de sano entretenimiento y con esa iontención he lanzado yo la pregunta, pero, en realidad no es una distinción pertinente ni necesaria ni importante. En vez de hablar de cine, podríamos hablar de cualquier otra cosa, de "producción fílmica", por ejemplo, y no cambiaría nada.
De todos modos, sigue pensando y, si llegas a alguna conclusión que merezca la pena compartir, compártela, plis.
Saludos.

Noemí Pastor dijo...

MANUEL, pues ya está contestado. Espero tus impresiones sobre el libro, compa.

Noemí Pastor dijo...

TROYANA, como le decía a Humo en Boquitas Pintadas, creo que la diferencia fundamental entre ver cine en el cine y en casa es que ir al cine es un acto social. Es como comprarse una cerveza en el súper y beberla en casa o bajar al bar a tomarla. Acabas tomando quizás la misma cerveza, pero no es lo mismo.

LU dijo...

Exactamente, un acto social. Eliges la película, buscas en qué cine está, escuchas las risas de alguien que se ríe con todo, las toses del eterno acatarrado (o los ronquidos)… Es broma.

Ir al cine, se apagan las luces y al salir poder charlar, eso es CINE. Tiene su encanto, su magia.

Que conste que juntarse en casa y un cine a la carta, tampoco es desdeñable.

En todo caso, de acuerdo con Troyana, creo que no es el formato lo que debería importar, sino la calidad de la película, su originalidad (o no), la dirección, el guión, los actores, el argumento, y todas esas sensaciones que produce en cada uno de nosotros.

La creatividad se puede incrementa con tantas opciones.

Me apunto el libro, parece muy interesante.

Biquiños

Uno dijo...

Mucho me temo que ese acto social del que hablas si se va a perder o quedará relegado a las filmotecas y unas pocas salas de cine de culto.
Pero el cine no. Yo creo que hay mas gente que nunca haciendo cine. O lo que sea.
Yo me crié en las salas de cine. Diria que hasta me formé en ellas y juró ante Dios que jamás volveré a pasar hambre (sube la música).

Un abrazo

Noemí Pastor dijo...

LU, a mí me encanta ver cine en casa. No se me ocurre mejor plan para, por ejemplo, una tarde de domingo de invierno. Pero salir al cine es otra cosa. Supone dejar el coccon, hay que vestirse, ponerse un poco guapa, hacer cola, compartir espacio... Y, ya que sales de casa, pues te das una vueltita a algo.

Noemí Pastor dijo...

UNO, yo ya me he resignado a que desaparezca. Fíjate que en Bilbao centro ya solo quedan tres locales de exhibición y son todos multisalas. Me da pena, porque desaparece una parte del mundo que me gustaba. Supongo que acabaremos siendo un anacronismo, como quien se dedica a la micología o la numismática.

Bruja Truca dijo...

Yo creo que las salas de cine se reinventarán pero no acabarán desapareciendo. Al fin y al cabo, piensa que tenemos mil opciones para ver una pelicula, comprarla, bajarla por internet o ver alguna en televisión y, sin embargo, seguimos yendo al cine.
Aunque no tiene nada que ver yo lo comparo con una de las últimas pantallas que se han incorporado al mercado, las de los e-book, es una opción y ofrece una posibilidad más de leer un libro pero el formato original no va a desaparecer.
Besos.

Noemí Pastor dijo...

Seguimos yendo al cine tú y yo, Bruja, querida, y un puñadico de gente más, pero quizás no en cantidad suficiente como para mantener el modelo de negocio. Las salas seguirán existiendo probablemente, pero no podrán sobrevivir, me temo, sin ayudas públicas. Y me parece bien que haya dinero público para salas que ofrezcan lo que no ofrecen otros medios.

Mario Salazar dijo...

Se luce muy bueno el libro para estudiar el cine y su posible apocalipsis, si bien creo que no desaparecerá el gran pasatiempo cultural y de entretenimiento propio de ir a una sala de exhibición, a pesar de que uno disfruta de las facilidades que otorga el Dvd, internet o la televisión. Siempre es una grata experiencia sentarse en una butaca a oscuras con el sonido alrededor hiperrealista y a comer un poco de popcorn a través de un ecran gigante, en todo caso es una pasión y éstas no mueren solo mutan, porque algo más de cien años es muy poco tiempo para el cine aún cuando se ha hecho mucho y bueno. Larga vida al séptimo arte. Un abrazo.

Mario.

Noemí Pastor dijo...

Hola, Mario. Esa es la tesis de los autores, que el cine se metamorfosea, no desaparece. Yo estoy en parte de acuerdo, pero cierta esencia de la sala enorme con pantallona la veo perdida. Esto necesitaría mayor reflexión y exposición, pero lo dejaré para otro artículo.
Saludos y nos leemos.