viernes, 27 de diciembre de 2013

Tenemos que hablar de Kevin


Eva no tenía vocación de madre, ese instinto no entraba en sus planes de mujer cosmopolita, independiente y con una brillante carrera profesional. Cuando toma la decisión de tener un hijo, ni se imagina todo lo que se le viene encima. Nada que ver con los cambios que todas las mamás experimentadas conocen a la perfección.



“Antes de tenerte, mamá era feliz. Ahora mamá despierta todos los días y desearía estar en Francia”.




Kevin es extraño y siniestro. No se comporta como los demás bebés. Guapo, lo observa todo, desde unos ojos vacíos, una mirada carente de cualquier emoción. No dice mamá, no habla, no juega, no controla esfínteres; pero es un experto manipulador, capaz de desquiciar y tiranizar a su madre. Para los médicos todo está dentro de la normalidad, “ya hablará, es muy valiente” (porque no se queja al escayolarle un brazo). Para su padre es un buen chico. Este hombre vive en otro planeta, en el de la total despreocupación. Todo va bien….


Será ella la que se enfrente en solitario, la que se dedique en exclusiva, se transforme y cambie toda su vida, para criar, educar e intentar comprender y querer a Kevin. Sentirá amor, odio, culpa, arrepentimiento, tristeza, desolación, angustia, pérdida, impotencia, decepción, sometimiento, derrota, duelo… ¿Es que nadie más se da cuenta?



Sí, nosotros, el público; que ya desde el arranque de la cinta sabemos y percibimos que algo terrible va a ocurrir. Mejor dicho, ya ha sucedido, porque esta historia es como un canguro hiperactivo que salta de un tiempo a otro, a veces sin ningún sentido. Al final las piezas encajan. Tremendo desenlace (no por lo previsible....)


Los vecinos y la gente de la calle la acosan, la insultan, la abofetean. ¿Qué ha hecho esta mujer? Semblante impasible, actitud de derrota, mente a miles de kilómetros de distancia de un presente que no parece interesarle ni lo más mínimo.


Tilda Swinton (Moonrise Kingdom, El curioso caso de Benjamin Button, Orlando, la saga de Narmia, Flores rotas o Los límites del control) borda este papel. Su entrega es total al personaje, en completa simbiosis. Plenitud de fuerza, desgarro y vulnerabilidad. Lo abarca todo en pantalla, esos rasgos faciales tan peculiares, duros y fríos. Extraordinaria.


La actriz lo tuvo muy claro desde el principio. Adquirió los derechos de la novela, aportó dinero y supervisó el proyecto.


"Estoy harta de ver en las películas de Hollywood preciosos partos y hermosos momentos en las habitaciones de las maternidades. Parir es brutal y en esta película no olvidamos el rojo vital de la maternidad".


El envoltorio estético está cuidado al máximo, con una espléndida fotografía y el rojo como color predominante.



A destacar los actores que interpretan a Kevin en sus diferentes edades, y que culminan en el adolescente, Ezra Miller (Las ventajas de ser un marginado), un complemento perfecto, con su rostro andrógino, bello e inquietante.



El padre, John C. Reily ( Un dios salvaje), aunque aparece muy poco, es primordial en el desarrollo de los acontecimientos. Su actitud egoísta y pasiva nos desquicia de forma progresiva.


Una banda sonora que va al compás de la incertidumbre y desasosiego; y que, a ratos, nos ofrece un respiro (Last Christmas – Wham), incluso un espejismo de ligereza (Everyday – Buddy Holly).


Esta historia terrible nos habla de la maternidad extrema, de una mujer llena de miedos y dudas. De la maldad, ¿innata? Entre las paredes de esa bonita casa vive la familia katchadourian que podría ser modélica y feliz. Matrimonio con un nivel adquisitivo alto, dos hijos “sanos”….



Yo no conozco ninguna de las películas previas de Lynne Ramsay, cineasta escocesa, (Ratcatcher, 1999 y Movern Callar, 2002). Habrá que verlas. Ni tampoco he leído el libro, del que tengo excelentes referencias. Quedará para el 2014.

Título original We Need to Talk About Kevin. Directora Lynne Ramsay. Guión Lynne Ramsay (Novela de Lionel Shriver). Música Jonny Greenwood. Fotografía Seamus McGarvey. Reparto Tilda SwintonEzra MillerJohn C. ReillyJasper NewellSiobhan FallonAnna KuchmaAshley Gerasimovich. Reino Unido 2011, 110 min. Premios del Cine Europeo: mejor actriz (Tilda Swinton).

Feliz año a tod@s.

Biquiños

LU


lunes, 23 de diciembre de 2013

Cómo robar un millón y ... ser encantadora.



Un famoso coleccionista de arte parisino es en realidad el orgulloso autor de las muchas obras de arte que posee y que firma como Van Gogh, Cezanne o cualquier otro.

Su único problema son los escrúpulos de su hija que insiste - quién sabe por qué - en que abandone tan lucrativo negocio.

Su posesión más célebre, valorada en un millón de dólares es una escultura realizada por su padre, tomando a su madre como modelo, pero que el mundo conoce y admira como "La Venus de Cellini"

Nunca ha intentado vender la estatua porque sabe que los métodos que existen para detectar fraudes en escultura son muy precisos, pero no tiene problemas en cederla para una exposición temporal en un importante museo.

Lo que no tiene en cuenta es que el museo va a contratar un seguro que exige el examen técnico de un experto.

El París más elegante, Audrey Hepburn, Peter O'Toole y por supuesto la dirección de William Wyler son los principales atractivos de esta agradable comedia con robo de guante blanco de por medio.

Los alicientes para (volver) a ver "Cómo robar un millón y ..." hoy en día son muchos, además de los ya mencionados, como ver en los títulos de crédito a un tal Johnny Williams y darse cuenta de que antes de perder el diminutivo y conocer a Spielberg, todas sus bandas sonoras ni eran tan grandilocuentes, ni sonaban exactamente igual.

O poder recordar los 60, solo en lo estético, como los modelitos de Givenchy que luce la protagonista (a veces deliberadamente delirantes, como el velo que lleva cuando decide convertirse en una delincuente, pero delincuente glamurosa, al fin y al cabo). Pero tranquilos, con una narración clásica que nos ahorra el uso del zoom o cualquier otro horror "moderno" de dicha década.

Y sobre todo, disfrutar de una comedia romántica en la que no aparecen bodas, ni apuestas, ni escatología,  ni protagonistas que - supuestamente - son tan graciosos como cómicos que tenemos que olvidarnos de sus evidentes carencias como actores.

Decir que Audrey Hepburn está encantadora, graciosa, adorable y que despierta la empatía de prácticamente la totalidad del público femenino, es una obviedad que a nadie sorprende hoy en día, pero merece la pena descubrir uno de sus títulos que se aparta de lo más manido de su filmografía.

Peter O'Toole probablemente sea una sorpresa para el público que hoy en día casi no le conoce, o lo recuerda como un hombre maduro consumido por los excesos de su ... em.... procelosa vida. Verle aquí como un joven y atractivo galán ("alto, moreno y con ojos azules" como le describe la protagonista), sumamente gracioso, llama la atención y nos hace sentir pena por los muchos años en los que estuvo perdido para el cine.

Poco se puede decir de Eli Wallach que no se haya dicho hasta ahora, pero si aún hay quién no le reconozca por el nombre, solo tiene que ver su cara para recordar cien títulos, o mejor dicho, para no recordarlas porque es uno de esos actores profesionales ante todo, expertos en completar cualquier reparto sin hacer ruido y sin que muchos recuerden su nombre, y no se hayan dado cuenta de que era una pieza fundamental para esa película.

Por cierto, lo de "cien títulos" no es una forma de hablar, en su haber tiene la friolera de 166 títulos.

Tan impresionante es su carrera que ha sido uno de los poquísimos actores a los que se ha entrevistado en la revista Dirigido Por, en la que se incluyen entrevistas y reportajes sobre directores mayoritariamente y otros trabadores del cine ocasionalmente (compositores, productores, guionistas) pero en su historias solo se han entrevistado a unos dos actores (no he podido confirmar este número).

Desgraciadamente su memoria fallaba y algunos de los títulos y datos que proporcionaban tuvieron que ser corregidos por la revista. Lo que no había olvidado era un encantador detalle de su compañera de rodaje Audrey Hepburn: en una de las escenas, él la besa apasionadamente. Al rodar esta escena, se hacía evidente que él era más bajo que su compañera, así que ella decidió quitarse los zapatos para equilibrar las alturas.

Completan el reparto un maduro - y bastante irreconocible - Charles Boyer y Hugh Griffith, casi obligado en los papeles excéntricos de los 50 y 60, en parte gracias a su peculiar aspecto físico (sobre todo, capilar).

¿Y el argumento? Una encantadora mezcla de comedia, romance y un elaborado plan de robo que os recomiendo para amenizar estas "fechas tan señaladas" cuando llega el momento delicado de decidir cómo contentar a padres, suegros, abuelas que dicen "ya nos han fastidiado la cena" cuando alguien se quita la ropa, niños con zambomba y adultos agotados.

Y así, esperando que este París lleno de hoteles de lujo, palacetes llenos de obras de arte (falsas) y mujeres vestidas de alta costura os hagan más llevaderos estos días, Zinéfilaz os desea una Feliz Navidad .. y que se os haga leve.

Loque

viernes, 13 de diciembre de 2013

Mujeres Pantera


Sabine Baring-Gould fue un arqueólogo, historiador, teólogo, hagiógrafo, poeta y novelista inglés del siglo XIX al que entre sus muchas actividades le dio tiempo a tener 15 hijos (cómo se nota que en sus tiempos no había tele ni internet y el tiempo cundía más).  Pues bien, la mayoría de las novelas de Baring-Gould están dedicadas al estudio de la licantropía a través de la historia.


Sabine Baring-Gould afirmaba que la licantropía es sólo una de las muchas transformaciones capaces de convertir en animales a personas, y que podemos encontrar en multitud de leyendas a lo largo de la historia. El cine ha favorecido, sin duda, al auge de los hombres lobo, pero hay otro personaje destacado en esto de pasar de forma humana a animal en el mundo cinematográfico: Las mujeres pantera.


La primera mujer pantera apareció en  la película “Cat People” (“La mujer pantera”) de 1942, dirigida por Jacques Tourneur (“Yo anduve con un zombi”, “Retorno al pasado”), que no sólo introdujo esta variante de la licantropía, sino que además contribuyó a dotar de mayor madurez a los argumentos del cine de terror.
Irena (Simone Simon) y Oliver (Ken Smith) se conocen en el zoo mientras Irena dibuja una pantera negra. Inmediatamente Oliver se siente atraído por esta misteriosa mujer y poco tiempo después se casan. Cuando Irena es incapaz de consumar el  matrimonio, Oliver intenta  averiguar la razón e Irena le confiesa que desciende de un pueblo en el que las mujeres se convierten en panteras cuando se excitan o se enfadan. Esta es la línea principal del argumento, por supuesto ocurren muchas cosas más que plantean la duda en cuanto a la realidad o ficción de la historia ¿Se convierte realmente Irena en una pantera que comete horribles asesinatos o sufre alucinaciones? De este modo la locura alcanza un verdadero protagonismo en el cine de terror, algo que se inició en el expresionismo alemán con “El gabinete del Doctor Caligari”.


Los que habéis visto la peli, coincidiréis conmigo en que esta escena  resulta muy inquietante

Jacques Tourneur estuvo a punto de ser despedido, aunque al final consiguió quedarse e imponer su criterio en cuanto a como mostrar la pantera en pantalla: reducir la iluminación de las escenas en las que estaba implicado el animal apareciendo este rodeado de sombras para mantener la incógnita, poniéndose en contra del supervisor de producción, Lou L. Ostrow, que pretendía mostrar al felino a plena luz.


El éxito de la película contribuyó al rodaje de una brillante secuela dirigida por Robert Wise (“West Side Story”, “Ultimatum a la Tierra”) y Gunther von Fritsh, “The curse of the Cat People” (“La maldición de la mujer pantera”) (1944), que continuaba explorando el lado psicológico del personaje, al que se daba más importancia que al momento de la transformación.


Esto cambió con la nueva versión que rodó Paul Schrader, “Cat People” (“El beso de la  pantera”) en 1982. Protagonizada por Nastassja Kinski y Malcom McDowell contó con un presupuesto de 18 millones de dólares. Este remake no escatima en secuencias gore y con unas secuencias explícitas de la transformación es menos evocadora que la original, pero mucho más espectacular, además trata con mayor libertad el erotismo y la sexualidad de la historia, en la que se incluye el tema del incesto.


El tema principal de la banda sonora se llama “Cat People (Putting out fire)” y lo canta David Bowie (esta misma canción aparece en una escena de “Malditos Bastardos”).






Moniruki

viernes, 6 de diciembre de 2013

Orfeo Negro (Orfeu Negro, 1959)


Gracias a la película que hoy queda colgada en Zinefilaz se dio a conocer la Bossa-Nova por todas partes. Una película que baila en el carnaval de Río de Janeiro, que vive en las favelas y que moderniza una de las historias de amor más agridulces de la mitología griega.


Ficha técnica:





Orfeu negro
Año
1959
Duración
103 min.
País
 Francia
Director
Marcel Camus
Guión
Vinicius de Moraes, Marcel Camus (Obra: Vinicius de Moraes)
Música
Antonio Carlos Jobim, Luiz Bonfá
Fotografía
Jean Bourgoin
Reparto
Breno MelloMarpessa DawnLourdes de OliveiraJorge dos SantosLea Garcia,Ademar da Silva
Productora
Coproducción Francia-Italia-Brasil
Género: Melodrama

La historia mitológica

El Orfeo de los griegos era un tracio de hermosa voz que con sus cantos embelesaba a todos, incluso a la ninfa Eurídice. 

Siempre cantando a su amor.

Orfeo y Eurídice viven felices hasta que el pastor Aristeo siente deseos de ella y la persigue. Eurídice muere y Orfeo, lleno de dolor, acude a Caronte, el barquero de la laguna Estigia (la frontera de la muerte) para poder recuperar de entre los muertos a su bella Eurídice. Caronte, enternecido por los melódicos lamentos del genio musical lo pasa y, de la misma manera que el barquero, el can Cerbero, el perro guardián del infierno de Hades, deja que Orfeo recoja el cadáver de su esposa. Hades y su esposa, Perséfone, la que cada año deja a su infernal marido para que florezca la primavera, le dicen al cantor que vaya delante de ella y que no se le ocurra volverse o su amada regresará al mundo de los muertos. Orfeo cumple venciendo al deseo de llenarse de la imagen de Eurídice y, al salir del lugar que separa a la vida y la muerte, Orfeo la mira, no pudiendo más, pero Eurídice tiene aún un pie en el otro mundo y por ello es arrebatada de los brazos de su amor y devuelta al infierno. Orfeo llora su pérdida con el consuelo único de su lira.



La historia fílmica

Eurídice es una bella joven que llega a un Río de Janeiro que prepara con ilusión el carnaval. Anda perdida y asustada entre el gentío y acaba cogiendo un tranvía que, casualmente, conduce un mocetón guapo llamado Orfeo. Al llegar al fin de trayecto Hermes, el jefe de la estación (Otro guiño a la mitología) le dice como llegar a casa de su prima Serafina.

Eurídice perdida en medio de Río de Janeiro

A la estación llega Mira, la novia de Orfeo, una mujer celosa de armas tomar, para llevarse a su novio al registro con vistas a casarse en unos días. Pero Orfeo sólo piensa en desempeñar su guitarra, cantar y bailar en el inminente carnaval. A Orfeo, atlético, guapo y simpático se lo rifan las mujeres. Su vecina Serafina consigue entretener a la novia Mira para que Orfeo se escape a su casa y cante alegre con su guitarra.

Orfeo, el atractivo tranviario

Casualidades de la vida, y de los cuentos, Eurídice y Orfeo se reencuentran, ya que son vecinos accidentales, y el resto mejor lo disfrutáis entre vistas majestuosas de la bahía carioca, tonadas de Vinicius de Moraes y Jobim, y ritmos carnavaleros.




La idea:

Estaba el director francés Marcel Camus en Brasil y se entusiasmó al ver una obra de teatro escrita por el mismísimo Vinicius de Moraes. Se trataba de “Orfeu da Conceiçâo”. Camus se prestó enseguida a hacer la película.


Orfeo, feliz con su guitarra

Un buen día se topó por la calle con Breno Mello, un atleta de 27 años, jugador de fútbol del Fluminense (De Río, como su nombre indica) un joven guapo e imponente, y lo aborda. Al principio Mello cree que el francés busca ligue en él, pero no era eso y hace el cásting. Sale elegido entre 300 chavalotes.

Mello, cuando era del Renner

Por el contrario, el papel de Eurídice lo hace una actriz profesional de nombre Marpessa Dawn, una  norteamericana a la que llamaban gitana. Marpessa Dawn, al contrario que las actrices de su país, emigró a Europa y allí fue haciendo cosillas en Inglaterra, como su carrera no despegaba, acabó en Francia haciendo de bailarina, donde conoció al director Camus, que se convirtió en su marido, por poco tiempo.

Eurídice, la nueva vecina

Y así rodaron una cinta que encandiló al  primer mundo dando palmas de oro en Cannes u Óscars en lengua extranjera por una historia que en Brasil no gustó porque hacía una caricatura estereotipada de los brasileños negros de las favelas a los que sólo les importa la juerga y el baile. Esa idea exagerada de que  en Brasil sólo sambean o juegan al fútbol, que evoca el sketch aquél de Emilio Aragón del programa “ni en vivo, ni en directo” en el que repetía incesantemente “menos samba e maistrabalhar”, daba una imagen demasiado trucada de lo que es Brasil. Eso por no recordar el capítulo de los Simpsons en que estereotipan a “os brasileiros” como si fueran todos rateros disfrazados a ritmo de samba y driblando a los paisanos con un balón de trapo. Esa historia de los Simpsons gustó tan poco como la película de Orfeo negro. Pobres negritos de favela que prefieren quitarse de comer con tal de tener para disfrazarse y bailar en carnaval, aunque sea al ritmo de una botella estriada de cachaça (Anís del mono no hay, creo)

La favela quiere carnaval

La película brilló, y gustó, fuera de Brasil. Fue a Cannes, y ganó una palma de oro en 1959, fue a los Óscar y ganó a la mejor película de habla no inglesa en 1960, pero el protagonista no fue. Breno Mello no acudió al glamour. Nadie lo llamó, a pesar de que era un reclamo famoso y le dio dinero y amores.

Las primas se reencuentran

Breno Mello, futbolista que llegó a ser compañero de Pelé en el Santos, símbolo sexual de muchas admiradoras, dilapidó la fama y el dinero que le brindó su papel de Orfeo. Al igual que Garrincha, otro gran futbolista nacido pobre, Mello tuvo dinero y lo malgastó. Tuvo amores y no los cuidó. Se fue a vivir a Porto Alegre e, iróncamente, vivió en una favela llamada Tristeza. Acabó yendo a Cannes gracias a un documental sobre Orfeo negro que realizaron dos directores franceses en 2005, a los 46 años de haber rodado el primer film, y a los 6 de la nueva versión brasileña llamada “Orfeu”.

Mello, por fin, en Cannes


Murió el 14 de julio de 2008, a los 76 años en su casa humilde, completamente solo. Su vida fue lo más parecido a un arco berlanguiano. Ya se sabe, se nace con una muy mala situación, se consiguen unas expectativas inmejorables y se acaba tan mal, o peor que al principio. Mello nació pobre, tuvo dinero y fama y acabó sus días solo y arruinado. Se dieron cuenta de que no lo veían al cabo de un par de días. Las cosas de la vida (O de la muerte), Marpessa Dawn, la gitana, murió en su casa de París, unos 40 días más tarde, el 25 de agosto, a los 74 años. Los dos protagonistas de la película que encumbró la bossa-nova brasileña y la dio a conocer, gracias a una obra de teatro escrita por Vinicius de Moraes, el creador de la chica de Ipanema, acabaron sus días casi a la vez.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Imitación a la vida

Dentro del Cine Clásico, uno de los géneros más recordados y de gran éxito entre el público de la época han sido los melodramas. Me atrevo a concretar un poco más y decir que ha sido el público femenino el que siempre ha disfrutado más de este género. Se trata de películas sin acción ni misterios. Son películas en las que la carga emocional es lo principal. Generalmente suelen estar protagonizadas por mujeres, dejando a los personajes masculinos en un segundo plano.
 
Uno de esos melodramas es Imitación a la vida (1959) de Douglas Sirk.
 

Título original Imitation of Life
Año 1959
País Estados Unidos
Director Douglas Sirk
Guión Eleanore Griffin & Allan Scott
Novela Fannie Hurst
Música Frank Skinner
Fotografía Russell Metty
Duración 124 minutos
Productora Universal Pictures 

Reparto Lana Turner, John Gavin, Susan Kohner, Sandra Dee, Dan O'Herlihy, Robert Alda, Juanita Moore, Mahalia Jackson, Terry Burnham, Karin Dicker, Troy Donahue
 
Sinopsis
Lora Meredith, una actriz viuda en paro, vive con su hija adolescente en Nueva York. Un día, conoce por casualidad a Annie, una mujer de raza negra, y a su hija, que es mulata. Las dos acaban trabajando para ella. Ese mismo día conoce también a Steve, un fotógrafo que se enamora de ella.
 
 
 
El cineasta alemán Douglas Sirk, emigró a Estados Unidos en 1937 donde se convirtió en un reputado director de cine abarcando diferentes géneros pero destacando especialmente en el melodrama con películas como Obsesión (1957), Sólo el cielo lo sabe (1956), Escrito sobre el viento (1956) o la que fue su última película Imitación a la vida (1959), que es un remake de una película del mismo título del director John M. Stahl (Que el cielo la juzgue, 1945), que en 1934 había protagonizado Claudette Colbert.
 
 

Por aquel entonces, una de las actrices más admiradas era Lana Turner. Actriz que siempre ha destacado más por su belleza y su ajetreada vida sentimental –recordemos el asesinato de Johnny Stompanato, amante de Lana, a manos de la hija de ésta- y personal que por sus dotes como actriz, había cautivado a todos en el thriller El cartero siempre llama dos veces (1946). Lana sería la bellísima Milady de Winter en Los tres mosqueteros (1948). También intervino de la maravillosa Cautivos del mal (1952) de Vicente Minnelli pero recibió su única nominación a los Premios Oscar por otro gran melodrama: Vidas borrascosas (1957).
 
 

En Imitación a la vida, Lana es, Lora, una mujer ambiciosa que antepone su carrera -modelo primero y actriz después- a todo, porque para ella el éxito es lo más importante. A lo largo de unos diez años, vamos siendo testigos de sus éxitos profesionales y de sus equívocos en su vida personal. Lora, viuda y con una hija pequeña a la que criar, por azares del destino, conoce a una mujer negra, Annie, que también está sola con una hija pequeña cuya piel es totalmente blanca. Las cuatro comienzan a convivir juntas.
 
 

Quienes conozcáis la película coincidiréis conmigo en que el personaje de Annie, tienen un lugar destacado tanto en la película como en el cine gracias a la grandísima interpretación de Juanita Moore que es la bondad, la ternura, la amistad, la maternidad y el amor todo en uno y a partes iguales, algo que la impide ser del todo feliz. Su principal preocupación es su hija Sarah Jane, que siempre ha rechazado a su madre y a su raza por tener la piel blanca y poder hacerse pasar por una mujer blanca. Al principio de la película, Annie le explica a una Lora sorprendida que Sarah Jane es hija suya pero que se parece a su padre que era ‘prácticamente blanco’.


 

 
Este es uno de los temas de los que trata la película. Hay que tener en cuenta que la película se desarrolla entre los años 40 y 50 en Estados Unidos donde los afroamericanos todavía no eran considerados como ‘iguales’ al resto. En el caso de nuestros personajes principales, el tema de la raza es algo que carece de importancia aunque vemos que en algunos diálogos sí que, sin desprecios y con respeto, se nota cierta diferencia de razas, pero el verdadero problema reside en que Sarah Jane (Susan Kohner) se hace pasar por blanca, lo que le acarreará grandes problemas consecuencia de sus mentiras.
 
 

En la novela original de Fannie Hurst y en la primera versión de 1934, Lora no era actriz sino una cocinera de éxito gracias a las recetas de su criada negra. En aquel momento, los movimientos afroamericanos a favor de la igualdad de derechos estaban en un punto clave y los productores, para evitar problemas, decidieron hacer que Lora fuere una gran estrella de cine... y Annie, su sirvienta, su consuelo, su apoyo…
 
 

¿Y quién espera ver a Lana Turner entre fogones? Lana siempre va de punta en blanco, ni un pelo fuera de su sitio, siempre bien maquilla y vestida. Siempre guapísima. ¡Toda una estrella! El vestuario que luce la actriz fue uno de los más caros de la época.
 
 

Entre los personajes secundarios destaca John Gavin (Psicosis, 1960; Espartaco, 1960) enamorado de Lora pero cuyo amor es imposible de llegar a su fin a causa de los diferentes éxitos profesionales de ella. Con el tiempo tendrá una buena relación con la adolescente Sussie a la que da vida Sandra Dee (Mamá nos complica la vida, 1958; En una isla tranquila del sur, 1959), fascinada con él desde la infancia. Y en un papel muy pequeño podemos ver a Troy Donahue (Parrish, 1961; Susan Slade, 1961), ídolo de adolescentes.
 
 

La actriz Susan Kohner recibió el Globo de Oro a la mejor actriz de reparto en 1959 siendo también nominada a los Premios Oscar en la misma categoría. Juanita Moore también recibió sendas nominaciones a ambos premios.
 
Imitación a la vida, tiene uno de los finales más emotivos que se han visto. Creo que si os animáis a verla deberíais tener un clínex cerca. Melodrama destacado que recordamos por la belleza de Lana Turner y sobre todo por ese personaje de Juanita Moore al que admiramos y queremos desde el primer minuto por su incondicional amor. Amor de madre.