viernes, 23 de marzo de 2018

Fariña de otro costal (Airbag, 1997)


El fenómeno de la temporada se llama Fariña, una serie para televisión que está basada en un libro de fondo periodístico nada menos. Su autor, Nacho Carretero cuenta la historia del nacimiento del narcotráfico en Galicia y los grandes capos, Lorenzo Oubiña, Sito Miñanco, Marcial Dorado o los Charlines. Tiene su cierto punto eso de que este libro haya sido secuestrado por orden judicial tres años después de haberse publicado, quizá porque nadie lo leyó en su día y la tele tira más que la lectura. El escándalo del secuestro judicial, a petición del alcalde de O Grove, pueblo costero das Rías Baixas, donde se daba con fruición el desembarco de farlopa, ha sido un gran reclamo publicitario. 

Cartel de la peli

Nos felicitamos porque siempre es bienvenido que, de obras de no ficción, salgan películas y series estupendas que todos creen originales de avezados guionistas, ya sea como este caso o el de B, la película, donde el director navarro David Ilundáin filma las declaraciones judiciales de un Bárcenas encarnado por Pedro Casablanc y a todossorprende como si fuera ficción.

Pero no voy a hablar ni de la serie donde nos cuentan las historias reales dramatizadas de los narcos gallegos ni de los chanchullos del tesorero del partido con más imputados por corrupción de Europa, sino de una película de ficción del año 1997, que, en su día, y hasta la llegada de Torrente, el brazo tonto de la ley, fue la película más taquillera de la historia del cine español. Me estoy refiriendo a Airbag, de Juanma Bajo Ulloa. Una road movie llena de ironía, humor grueso intencionado y momentos chuscos. Y os preguntaréis ¿Por qué? Pues porque durante años, a pesar de ser sabido lo que pasaba en las costas gallegas con aquellos que se hacían ricos con las descargas de drogas, nadie osó hacer una peli en la que se hablara de la relación entre los narcos, los políticos, el dinero negro y la corrupción...Hasta Airbag. Es por eso que el propio Nacho Carretero, autor de Fariña, menciona esta película en su propio libro explicando que, a pesar de ser una comedia salvaje que no acusa a nadie, pega un par de tiritos (No penséis en el doble sentido, o sí)sobre la connivencia del narcopolitiqueo.

La fariña lava más blanco.

En la página 113 del libro de Carretero se encuentra este párrafo:  Puede parecer una broma, o también una evidencia de lo poco que ha reflejado el cine la realidad social de las rías gallegas en aquella época, pero una de las películas que mejor muestran estos años dorados del narcotráfico es la comedia «Aribag». En clave de humor —en ocasiones absurdo y no siempre efectivo— la película presenta a un capo gallego interpretado por Paco Rabal que intenta cerrar un trato con traficantes portugueses. Rabal es un personaje que viaja con chófer, enjoyado, violento, acompañado de mujeres jóvenes y bienvenido en el casino. También es socio y benefactor de políticos. La película está plagada de giros y detalles que parodian lo que eran los capos en aquella Galicia. Y en la parodia hay una carga de realidad que, probablemente, muchos espectadores no creyeron en su momento. En una secuencia del filme, el narco interpretado por Rabal amenaza a los protagonistas que, rodeados y apuntados por armas, intentan calmar los ánimos diciendo: «No puede disparar, hay decenas de testigos aquí». El capo mira a su alrededor y responde: «Son ciudadanos. Y la ciudad es mía. Y por cierto, los jueces también» 

No fue hasta ocho años después que Gerardo Herrero se atrevió a filmar Heroína, protagonozada por la siempre eficaz Adriana Ozores, en el que cuenta la lucha titánica y el tesón de las madres gallegas que viendo, impotentes, el destrozo que la droga causaba en sus hijos, se alzaron contra la impunidad de los narcos . Está basado en la historia de las mádres que crearon érguete, la asociación de madres contra la droga y quienes se hacían de oro propagando la muerte de toda una generación.

María de Medeiros, esta película tampoco pasa el test de Bedchel

Volviendo del aparte, Airbag es una road movie paródica, exagerada, irónica, con muchas dosis de humor, escenas de acción trepidante y muchos guiños a la situación real de colegueo en el poder entre narcotraficantes y políticos. Una película totalmente diferente a las que Juanma Bajo Ulloa rodaba por aquél entonces. Recordemos que en el año 97 Bajo Ulloa, que viene de rodar sus muy personales "alas de mariposa" o "la madre muerta", sorprende con este encargo que le han hecho que se sale de sus pelis intimistas. La peli mantiene una acción trepidante en sus dos horas y te obliga a prestar una atención constante para no perderte los gags, guiños o acciones en segundo o tercer plano.

Sinopsis: Juantxo (Karra Elejalde) es un niño pijo, bastante más pijo que niño, a su provecta edad, a punto de casarse con una muñequita de su condición social, que se marcha de despedida de soltero con sus amigos de toda la vida,  Paco (Alberto Sanjuan) y Conradín ( Fernando Guillén Cuervo). Durante la despedida, la cosa se enreda entre la pérdida del anillo de compromiso (Una pena que todavía Peter Jackson no hubiera presentado su saga de Tolkien, porque nos hubiéramos reído a buen seguro), los desencuentros con unos narcos portugueses, cocaína por todas partes y el señor Vilambrosa (Paco Rabal).

Villambrosa (Paco Rabal) Es un poderoso narco que nada en la "ambulancia"

La película gustó al público, no así a los críticos, ya que era un pelín zafia, pero ese es parte de su encanto. Si había algo que disgustaba era la tolerancia a la prostitución y al tráfico de mujeres que presentaba la película, como si fuera algo natural e inevitable. Junto a la hilarante zafiedad buscada, uno de los encantos de la peli era encontrar las caras conocidas de los actores que se prestaban a los cameos, idea que luego recogió Santiago Segura, que en Airbag interpretaba a un político rastrero y pederasta, para su inminente "Torrente, el brazo tonto de la ley". Quién salió bien parado de la película fue el inconmensurable Manuel Manquiña en el papel de Pazos, el hombre para todo del señor Vilambrosa, un papel bombón donde encarna a un duro matón disléxico y ceporro.

Manquiña dándolo todo

La peli para su director significó un punto de inflexión en su carrera. Consiguió con Airbag gran popularidad, y, sin embargo, no volvió a rodar un largometraje, intimista, hasta siete años después. (Frágil, 2004), su siguiente largometraje, rey gitano, no se estrenó hasta 2015. Se vendió como un Airbag 2, porque muchos de sus protagonistas repetían con el director, como Karra Elejalde o Manuel Manquiña. La película, esta vez, aunque pretendía repetir la fórmula de Airbag, defraudó las expectativas de todo el mundo. La película era aburrida, insustancial y daba demasiado protagonismo a un actor, Arturo Valls, que no acaba de convencer poniendo muy forzado ese acento caló.


Cameos hasta para culebrón televisivo

Sea lo que fuere, Airbag se convirtió en una peli icono de la juventud de los 90. Acción trepidante, trompos de coche, humor ácido y una música espectacular. De hecho, es de lo mejorcito de la peli: Su música que, aparte de esa guitarra hipnótica, también tiene buenas canciones de otros grupos. Airbag a muchos les pareció violenta y chabacana, pero, desde luego, que era lo que se pretendía por aquél entonces.

Albert Plà, el padre Burrutxaga

Muchos recordarán al popular cocinero Karlos Arguiñano esforzándose por cumplir con su papel de ludópata de clase alta, padre de Juantxo. Arguiñano participó con el papel porque era socio de la productora, Asegarce, dedicada fundamentalmente a la pelota vasca (Nada que ver con Médem). La experiencia cuajó lo suficiente para que Asegarce financiara otra peli en la que los actores de Airbag Karra Elejalde y Fernando Guillén Cuervo dirigieran y protagonizaran otra película parodia sobre las drogas blandas y las apariciones de la virgen en la que se llamó Año Mariano (1999). Arguiñano también tenía su papelito de pastor quesero.


Juanma Bajo Ulloa en la buena época.

Hay que tener en cuenta que Airbag fue una road movie marchosa rodada ya hace más de veinte años, que hoy día escandalizaría por la frivolidad con la que se trata, por ejemplo, la prostitución de niñas adolescentes, y es que, por mucho que fuera clasificada como comedia encerraba una crítica mordaz de cómo funcionan las cosas en las cotas de poder. Amparándose en el humor denunciaba, siempre solapadamente, todo aquello que el libro Fariña documenta en sus páginas y que ha molestado tanto a algún alcalde de villa costera famosa por su laboriosidad narcotraficante. Un secreto a voces que pasó, gracias a las carcajadas del público, delante de las narices de todos los que ahora se indignan porque sus nombres estén bajo sospecha salpicados por operaciones nécora, campeón o tabaiba. Las implicaciones de los señores de la harina, los políticos, las fuerzas de seguridad, los clubes de carretera y los casinos parecieron muy graciosas en una ficción coquetamente asalvajada que encerraba una muy grave verdad que tanto molesta hoy día, por la que se secuestran libros ya publicados hace tres años que dan publicidad extra a series que novelan una historia real que aún subiste hoy día por aquella zona.

Se despide, sin aspiraciones,

Juli Gan.

1 comentario:

ricard dijo...

La carrera de Juanma Bajo Ulloa es de las más extrañas de la historia del cine español. Primero desorientó al público con esa gamberrada que es "Airbag", irregular pero divertida a ratos, tan distinta de sus primeras películas. Después, quedó desorientado él mismo, tal vez a causa del fracaso de su anhelado proyecto de llevar al cine las aventuras del Capitán Trueno (con Sergio Peris-Mencheta y Elsa Pataky como Trueno e Ingrid).

Saludos.